viernes, 24 de noviembre de 2017

[feed] praxis king kong


terminando un año en que primaron las lecturas de oficio. desde febrero no leo nada que no estuviera orientado a dar clases. este lo había curioseado y me había llamado mucho la atención el comienzo, y hace tiempo que lo quería retomar:



Despentes, Virginie (2013 [2006]) Teoría King Kong. Buenos Aires, Hekht.

tiene algo de manifiesto, pero en un estilo más inmediatamente ligado a la experiencia personal, siendo que el manifiesto como género usualmente apunta por elevación, desde y hacia lo colectivo y lo impersonal. 

Despentes es entretenida e incómoda. tarde o temprano alguna de sus pinceladas se te mete en el culo y tenés que hacer tu propio esfuerzo personal para leer ese fragmento con la misma honestidad intelectual que -creés, deseás- ejercitás usualmente. argumenta con eficacia y en ráfagas, por exasperación y extenuación al mismo tiempo, y parte de su fuerza retórica tiene que ver con el ritmo. el lector se encuentra flanqueado, atajando una nueva figura mucho antes de poder procesar la anterior. es posible que muchos de -o todos- los planteos requerirían matices, comparaciones, aperturas, contrastes. Despentes no es, ni quiere ser, Butler. más bien pienso en Barret, en Arlt, en Marat. teoría nacida al calor de la praxis, pegada a la praxis, útil en la praxis. teoría urgente, inequívoca, apropiable y apropiada.

se mete en muchos temas y planta al menos un enunciado explosivo en cada campo. su panorama general sobre la industria pornográfica (ella no la llama así) y sobre el regulacionismo (ella no lo llama así) es muy inteligente.

ejemplos muy por encima: la mujer en el porno como una proyección del tipo de fantasía estrictamente masculina: ¿cómo viviría el sexo si yo fuera una mujer? citando mal, de memoria: Despentes observa que la mujer en el cine porno "quiere cojer con todos, todo el tiempo, por todos los agujeros, y acaba siempre"[1]

o el planteo terrible y polémico (pero brillante) de la prostitución como terapéutica mediante la cual enfrentó la patología de su vida (el hecho que la marca y la constituye, según afirma): su violación. si lo puedo vender diez veces -piensa- y sacarle buena ganancia, entonces todavía lo tengo, todavía sirve y todavía es mío, no me lo han destruido, no me lo han arruinado.

la resistencia a la violación permanente, infinita. una primera vez cuando te la hacen y el resto de tu vida cuando te la recuerdan (estás dañada, estás traumada, una parte de vos se ha perdido, no podrás recuperarte, no deberías recuperarte, etc). la idea misma de la violación como hecho cultural constitutivo de occidente, etc.

tal vez lo que más me gustó es la forma en que aparecen representados los varones. mucho más triste que un hipotético complot ilícito que se beneficia de un sistema opresor, los varones en su enorme mayoría aparecemos -esta es la imagen que me queda en todo caso- como los judenrat de la civilización machista de occidente. sintiéndose un poco menos infelices con las migajas del campo de concentración moderno. amparados en nuestros rituales desesperados para salvar la herramienta misma que nos hace unos infelices, por definición y de por vida. porque en definitiva el feminismo de Despentes es clasista y materialista y virulento en su ateísmo como sólo los franceses parece que pueden serlo.

las invocaciones sobre el final son lúcidas y emotivas. ¿qué sería eso tan bueno a lo que renunciaríamos al revelarnos, qué tiene de bueno todo esto que hace que valga la pena tolerarlo? plantea despentes, a las mujeres. y a los hombres, también: la revolución feminista se ha hecho, o por lo menos se ha comenzado, las mujeres luchan por destruir lo femenino hace muchos años y ¿no es notable que no haya ningún autor masculino diciendo nada interesante ni nuevo sobre la masculinidad? ¿cuándo comenzarán los hombres a intentar desprenderse de su propia condena, la masculinidad? me quedé pensando en Copi, en Puig, en Perlongher, en todas esas plumas brillantes a las que acudimos con gusto tan seguido, sin que ninguna de ellas pertenezca a un ejemplar heterocis [2].


[1] también es, acaso, el fragmento más envejecido, habida cuenta de la evolución de la pornografía gracias a la ampliación infinita que constituyó el abaratamiento de la tecnología y el acceso masivo a internet de banda ancha. o con la fascinación yankee que prioriza la adoración capitalista más que a cualquier otro elemento sacro y que creo que ha modificado sustancialmente la relación del público con las actrices porno. habría que pensarlo y da para discutirlo.

[2] lo dicho al principio: de acuerdo, es matizable, contrastable, ampliable. pero, en su eficacia inmediata, incomparable.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se si lo entendiste o no.. pero me alegro que finalmente estes leyendo literatura feminista, te va a venir bien.

XOXO

Anónimo dijo...

bueno, gracias
(posteo para que sepas que leí el comentario nomás)

-j.